¿Cómo se puede prevenir la morosidad?
La actitud más adecuada que una empresa debe adoptar ante situaciones de morosidad es la prevención. Una correcta política en la gestión de riesgos y cobros puede suponer la clave, no sólo para reducir y minimizar el porcentaje de morosos, sino también como mecanismo adicional que pueda incrementar la rentabilidad . En este artículo de RECLAMADORA hemos analizado cuáles son las diez principales acciones y/o decisiones que el empresario puede llevar a cabo para evitar posibles situaciones futuras de morosidad o demora en el pago por parte de sus clientes.
1. La información es poder.
Poder de decisión sobre si merece o no la pena llevar a cabo la transacción con el cliente en cuestión. En efecto, cuanto mayor sea la cantidad de información que poseemos sobre un cliente, menor será el riesgo de equivocarnos en la decisión de formalizar una relación comercial con el mismo. Sería adecuado establecer una clasificación interna de clientes según su nivel de solvencia, compromiso, etc, y pedir garantías o avales en caso de que el cliente sea clasificado como “dudoso”.
2. La importancia de la firma.
Es vital documentar todas las transacciones : contratos, albaranes, órdenes de compra, notas de entrega, etc.
En el caso de las facturas, las condiciones deberán estar perfectamente detalladas, tales como los datos del cliente, características de entrega pactadas, forma y fecha de pago.
Adquiere una importancia fundamental el hecho de que todos los datos de la operación se encuentren correctamente documentados y que la firma o firmas autorizadas consten con la suficiente claridad para no tener problemas en el momento de una futura reclamación o incumplimiento contractual por parte del cliente.
3. Como en todo, hay que saber elegir.
Resulta adecuado seleccionar y fijar normas de pago teniendo en cuenta las cualidades específicas de la mercancía o servicio objeto de la transacción. Algunas de esas normas podrían ser las siguientes:
- prepagos para productos perecederos;
- adelantos en gastos soportados con terceros;
- pagos parciales de honorarios por anticipado;
- aplazamientos con afianzamiento;
- tratar de negociar plazos de cobro más cortos;
- incentivar el pronto pago, etc.
Así mismo, también es recomendable formalizar las ventas, en la medida de lo posible, mediante pagarés, letras o cheques con firma autorizada para tener un crédito documentado como mayor protección ante posibles impagos.
Como podemos observar, el cumplimiento del contrato según las condiciones y plazos pactados es tan importante como la correcta elección del instrumento financiero a través del cual vayamos a formalizar la operación.
4. Estar al día con posibles clientes morosos.
En efecto, un adecuado seguimiento de clientes habituales en sectores o situaciones de riesgo supondría un buen mecanismo adicional a la hora de reducir el porcentaje de morosidad en la empresa.
5. Coherencia y control: dos claves en la política de riesgos de la empresa.
Coherencia en la asunción de riesgos y toma de decisiones, no estableciendo una pauta general de comportamiento, sino adecuándola al tipo de cliente y a la situación del entorno; y control exhaustivo de las excepciones, sometiendo cada una de ellas a un análisis profundo y pormenorizado.
Una medida apropiada sería determinar límites de riesgo según la tipología del cliente, en base a variables como facturación, beneficios, plantilla, antigüedad de la sociedad, actividad, etc. Evitaremos así incurrir en pérdidas elevadas en caso de morosidad. La finalidad consiste en gestionar, de forma casi simultánea, la acción comercial con la política de riesgos.
6. El “sexto sentido” puede traicionarnos.
No debemos fiarnos de nuestra intuición a la hora de llevar a cabo una transacción comercial, lo mejor es apostar seguro documentando expedientes específicos para cada cliente, ya sea real o potencial, creando nuestra propia base de datos y actualizándola con frecuencia.
7. Hable con su vecino: quizá tenga el mismo problema que usted.
Intercambie información sobre morosos con otras empresas del sector y almacénela mediante la creación y uso de ficheros de morosidad sectorial.
8. Condiciones estandarizadas por escrito en todos los documentos.
Establecer condiciones generales de venta, e incluirlas por escrito en pedidos, facturas y documentos habituales. De esta manera nos aseguraremos de que el cliente firma una copia de las condiciones generales de venta para que quede constancia de que las conoce y las ha aceptado.
9. Objetivo: cero fallos en la gestión con el cliente.
Verificar la correcta recepción de la mercancía o prestación del servicio según los términos acordados, para que en caso de reclamación por impago o morosidad, el cliente no pueda alegar incumplimiento de las condiciones pactadas en la operación por parte de la empresa.
10. Responsabilidad y coherencia de la dirección comercial.
No forzar las ventas ni fijar objetivos de facturación demasiado ambiciosos, ya que una presión excesiva sobre el departamento comercial podría provocar morosidad, y hacer que los comerciales vendan a clientes de dudoso cobro con el fin de alcanzar los objetivos marcados por la dirección.
Por último, debemos tener en cuenta que si la situación de morosidad responde a operaciones comerciales entre empresas o entre empresas y la Administración, entendiendo por empresa a cualquier persona física o jurídica que actúe en el ejercicio de su actividad independiente económica o profesional, resulta de aplicación la Ley 3/2004, de lucha contra la morosidad, que implica algunas ventajas interesantes para los acreedores.
No se aplica esta Ley, sin embargo, a las operaciones comerciales realizadas con consumidores, ni tampoco a los pagos a través de cheque, letra de cambio o pagaré, o a las deudas de aquellas empresas que se encuentren sometidas a un procedimiento concursal, que se rigen por la Ley Concursal.
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